La conocida como cara oculta del Moncayo debe su nombre al aislamiento que las malas comunicaciones han ocasionado y a su minusvaloración frente a la cara norte.

Lo cierto es que cuesta llegar pero cuando estás allí descubres un nuevo hechizo que el silencio de la despoblación aumenta. Castillos imponentes, como los de Illueca y Mesones, se levantan en sus sierras. Pocos intentan conquistarlos, y una vez descubiertos, son inolvidables.

Su naturaleza tiene una belleza diferente a la norteña: aquí no encontramos bosques atlánticos, sino encinares, vegetación de ribera y el único alcornocal de Aragón en la Sierra de la Virgen.

El Parque Natural del Moncayo protege los barrancos y muelas de esta lado de la sierra, siendo un buen lugar para practicar la escalada.

Los pueblos del Aranda son puro encanto rural siendo Purujosa y Tierga dos de los caseríos por los que vale la pena pasear y fotografiar sus pintorescos rincones, sin desmerecer al resto, que también son sumamente pintorescos..

No la olvides, dale la vuelta al Moncayo y descubre su cara oculta. No te defraudará.