Campo de Borja, una tierra de amables y risueñas gentes que tienes que conocer.

Los vientos del Moncayo miman sus viñas y el río Huecha las riega con sus aguas. Tierra de buena gente que ha humanizado un paisaje peculiar en torno al vino y el aceite, con el Moncayo como telón de fondo.

El visitante sorprende y se sorprende de la ingenuidad de sus pequeños pueblos que guardan el secreto de la calma, la intimidad y la pureza rural, sin reconocerlo como un valor envidiado por muchos. Sus bodegas en cerro fueron y son lugar de esparcimiento de sus propietarios, punto de encuentro y celebraciones. Sus pequeños palacios y museos son dignos de visitar y afortunadamente puede hacerse en la mayoría de ellos.

Y si te gusta caminar, una amplia red de senderos señalizados une sus poblaciones.